En un momento estás aquí a mi lado, riendo; parpadeo y ya no
estás. Te vas y siento que te llevas una parte de mí, una parte que tiene
tiempo viviendo en ti, una parte de mí que late dolor y sonríe, como yo cuando
mis ojos se encuentran con los tuyos, que, aunque marrones, nunca están
oscuros, siempre tienen aquella chispa hermosa de esperanza que yo perdí y aun
no encuentro. Espero que jamás la pierdas, porque te sienta muy bien.
Creo que nunca había visto tantos días nublados en esta
ciudad siempre tan calurosa y soleada. Tal vez el cielo se siente como yo, y no
hay mejor forma de representar mis sentimientos y pensamientos que con días
constantemente lluviosos, apagados, pesados. Las gotas de lluvia, a veces tan
pesadas y furiosas, a veces tan ligeras y sin fuerza.
Aprovecho cada segundo como si en cualquier momento
desaparecerás de entre mis brazos, como si en cualquier momento ya no sentiré
tu cabeza sobre mi pecho, mis brazos caerán al aire, pesados, extrañando a lo
que antes envolvían con tanto esmero; y siento que debo apartar toda tristeza de
mi cara porque quiero sentir el efecto de todas y cada una de las sonrisas que
me saques -como siempre has logrado con una facilidad inexplicable-. ¿Qué
pasará cuando ya no estés para secar mis lágrimas? Ya ni si quiera puedo
detenerlas, cierro los ojos y aun así consiguen escapar entre mis parpados para
correr por mis mejillas. Debería comenzar a acostumbrarme, porque estoy segura
de que las veré más seguido, cuando a ti ya no te pueda ver, cuando ya no te
pueda abrazar, cuando ya no te pueda hacer reír.
Maldición, aún te debo mi vida entera, porque salvaste la
mía más veces de las que realmente quise terminarla. ¿Cómo podré pagártela con
tantos kilómetros de distancia? Tal vez no será imposible, pero tampoco será
tan fácil como respirar y las dos sabemos eso.
Entonces quedo en deuda contigo -y por mucho que lo niegues,
seguirá siendo así hasta que te pague-, quedo incompleta y a la deriva. Y sé
que no seré la única que se sentirá así, pero también estoy segura de que
ninguna comprenderá completamente lo que yo siento.
Mi silencio no puede ser más expresivo, mi supuesta
indiferencia no puede ser más falsa y el hecho de que todo este proceso me está
matando por dentro no puede ser más cierto.
No hay mirada más pura que la tuya, no hay sonrisa más
sincera que la tuya, no hay abrazo más reconfortante que el tuyo y no hay
persona más maravillosa que tú. Eres y serás -o eso quiero creer- la mejor
amiga que haya tenido en mi vida entera, y no miento. Nadie me conoce tan bien
como tú y nadie nunca se quedó a mi lado después de conocerme plenamente, solo
tú. Y por eso te doy las gracias. Por los innumerables consejos sobre todo,
pero gracias por todo, absolutamente todo, hasta por los sermones, por mis disgustos,
por las discusiones; por todo. Nunca lo olvides.
Y te amo. Me da igual lo que piensen las otras personas, me
da igual lo que digan de mí, te amo y jamás amé a otra persona -ajena a mi
familia- como te amo a ti.
Jamás abandones el baile, la música, jamás abandones la
felicidad ni tu sonrisa y, sobretodo, jamás abandones el pedazo de mí que te
llevas, a donde sea que vayas, jamás lo abandones.
P.D.: Esto está tan desordenado que no hay duda de que fue
escrito por mí...