Nunca verás una flor que se resista al vaivén que le produce la caricia del viento. Jamás va a faltar un pez que en el río luche contra la corriente, ni un árbol que en otoño se desnude ante el creciente frío. No podrás encontrar un girasol que sea indiferente frente al astro que lo llama, que le pide que muestre sus vivos pétalos.
Nunca verás a la naturaleza ser indiferente ante la fuerza que la mueva.
¿Por qué debemos ser nosotros indiferentes, aún siendo parte de la tierra? El hombre que se resiste a la fuerza de la rabia, que niega la tristeza que lo alberga, que pretende no sentir felicidad; el hombre deja de ser hombre aún cuando su corazón sigue bombeando sangre, y solo bombea sangre. Nada lo mueve, nada lo llama, no vive la lucha, no sale victorioso ni perdedor. Tal vez ni vive. Tal vez no ve colores, pero ni se le parece al animal.
Y ¿como pasa tanto tiempo el hombre viviendo sin vivir, sin si quiera percatarse? ¿Como logra mantener encerradas tantas fuerzas, tantas emociones, tantos sentimientos, sin explotar y dañar todo lo que lo rodea?
Simplemente, no lo logra.
Nunca verás a la naturaleza ser indiferente ante la fuerza que la mueva.
¿Por qué debemos ser nosotros indiferentes, aún siendo parte de la tierra? El hombre que se resiste a la fuerza de la rabia, que niega la tristeza que lo alberga, que pretende no sentir felicidad; el hombre deja de ser hombre aún cuando su corazón sigue bombeando sangre, y solo bombea sangre. Nada lo mueve, nada lo llama, no vive la lucha, no sale victorioso ni perdedor. Tal vez ni vive. Tal vez no ve colores, pero ni se le parece al animal.
Y ¿como pasa tanto tiempo el hombre viviendo sin vivir, sin si quiera percatarse? ¿Como logra mantener encerradas tantas fuerzas, tantas emociones, tantos sentimientos, sin explotar y dañar todo lo que lo rodea?
Simplemente, no lo logra.