Sorprendentemente, aquí me encuentro, sonriéndole a la nada,
sintiendo en mí los efectos duraderos de aquellas palabras que quedaron
grabadas en mi retina, y dudo de lo que siento. Cuestiono mi inteligencia y
frunzo el ceño. ¿De verdad estoy reaccionando de esta forma tan estúpida por
algo que no debería creer? Pero un suspiro escapa de mis labios y me encuentro
a mí misma sonriendo de nuevo.
Era entendible mi reacción. ¿Cuándo fue la última vez que la
sangre llego a mis mejillas con solo leer un par de palabras? Ya ni lo
recordaba... o tal vez sí, pero mi cabeza ya estaba habituada a desfigurar los
recuerdos, que aunque fuesen buenos, me hacían mal. Pero en fin, aquí estoy,
como una adolescente, mordiéndome el labio para no gritar. Que estúpido, pero
que hermoso sentimiento.
Es tan triste que nosotros, los humanos, nos dejemos
manipular tanto por los sentimientos... Son demasiado fuertes, o nosotros
demasiado débiles. Débiles contra algo que no tiene cuerpo, contra algo que no
se ve. Pero ¿cómo impedirlo? si están en todos lados. En una foto, una canción,
un libro... incluso en una persona de carne y hueso. Y hay de tantos tipos...
Millones de sentimientos que pueden atacarnos de cualquier forma, cuando menos
lo esperamos. Pero por mucho que entrenes, por mucho que te protejas, siempre
van a estar ahí.
Entonces, volviendo a mi punto inicial, sentada aquí en mi
habitación vacía, vulnerable como la niña pequeña que soy, no puedo hacer nada
para impedir la invasión de este sentimiento intruso. Pero me doy cuenta de que
no es más que una reacción estúpida de mi joven cerebro. Un cerebro que se
enamora del sentimiento, pero no de la persona que me hace sentir así.