miércoles, julio 2

Sentimiento extraño.

¿Conoces ese sentimiento de felicidad plena y silenciosa? Ese que solo te invade unas pocas veces en tu vida, si tienes suerte. Que sabes que está ahí porque no percibes el tiempo pasar, se te olvida donde estas y lo único que importa es el ahora. Bueno, exactamente así me sentí contigo, con tus labios sobre los míos, en un beso profundo y lento, que tenía mil cosas escritas, pero que nadie podía leer. En un momento de ternura y deseo la habitación desapareció para mis sentidos. Mis ojos cerrados hacían que tus dedos sobre mi piel crearan una corriente eléctrica, tu mano en mi cuello me acercaba a la idea de estar en las nubes. Y te quería más cerca, pero ¿qué más reducido espacio que el que existía entre tu yo?

Había algo de ti, un pequeño detalle escurridizo entre mis dedos que se me perdía, algo que para mí era imperceptible, pero estaba ahí y me mantenía hechizada, me mantenía encadenada a tu cuerpo. Entonces me daba cuenta de que nuestros labios no encajaban perfectamente con el otro par, pero eso solo lo hacía más divertido. Era un baile que subestimaba mi auto control y los dos luchábamos por mantener la cordura sin eliminar ni una gota del excesivo deseo que inundaba la habitación. Era una montaña rusa que tenía altos y bajos de intensidad, vueltas de ternura y arranques de adrenalina que causaban otras respuestas en tu cerebro. Era un sentimiento raro el que inundaba mi cuerpo. Ya había perdido el sentido de todo, no sabía que iba arriba y que iba abajo, no sentía el peso de tu cuerpo sobre el mío, ni sabía si quiera cuanto tiempo había pasado, pero la verdad es que ya eso no tenía importancia, porque ahora todo giraba en torno a las chispas que mi tacto producían en tu piel y el trayecto que iban tomando tus manos bajo mi camiseta.